sábado, 5 de enero de 2013

LLEGANDO




Sigo de camino a casa, ya más cerca.
Entre trigo verde y amapolas la brisa fresca hace bailar mi cabello.
Aún el cielo está oscuro,
pero la luz comienza a asomar.

martes, 27 de noviembre de 2012

DESAPEGO




Desapego es una palabra a menudo poco comprendida. Desapego no significa cortar con nada. No significa alejarse. Significa aprender a separar dos cosas distintas, el mundo exterior y el mundo interior, y ser capaces de diferenciar estos dos mundos.

En el exterior están nuestros trabajos, estudios, economía, relaciones, etc. En el interior están las cosas sutiles que no se pueden medir fácilmente, cosas que no son físicas: nuestros sentimientos, emociones, conciencia y personalidad. Todas estas cosas se generan en nuestro mundo interno, dentro de nuestra propia identidad espiritual.

Necesitamos fortaleza para permanecer libres de la influencia de los demás. El desapego es esta fortaleza. Si no logramos permanecer desapegados de las influencias no seremos capaces de mantener nuestros pensamientos bajo control. Eso repercutirá en una pérdida de bienestar interno.

El primer paso en el desapego es comprender ‘quién soy’ como entidad espiritual.

La vida diaria está llena de desafíos a este desapego. Por un lado estará nuestra conciencia espiritual, pero por el otro estará la atracción hacia los seres humanos y el mundo material. El desapego, como se ha mencionado, no significa separarse de éstos, sino permanecer consciente de nosotros mismos como seres espirituales y desempeñar nuestro papel en el mundo. El desapego es, pues, mantenerse centrado en la propia espiritualidad.


Entender la virtud del desapego nos aporta múltiples beneficios a muchos niveles, tanto a nivel de las relaciones como en conexión con las situaciones de la vida.

Un desapego preciso está conectado con un estado de atención interno. Somos muy conscientes de nuestro ser espiritual, estamos estables en el auto-respeto. En este estado no hay miedo de cometer errores, ni sospechamos de los demás, ni adoptamos actitudes críticas o enjuiciadoras. Entonces automáticamente sentiremos desapego y una sintonía profunda con las escenas que la obra de la vida nos presenta.

El desapego es un espacio muy respetuoso entre mí y la otra persona, un espacio de amor y consideración que crea armonía entre nosotros. El desapego es un signo de cercanía precisa, no hay una relación de dependencia ni basada en expectativas. El desapego es esta virtud tan hermosa que fácilmente se nos escapa.

En el estado de desapego y espiritualidad generamos sentimientos puros y benevolentes hacia todos. Los sentimientos puros, que vienen de nuestro ser interno, son inclusivos y acogen a todos, no son selectivos. Los sentimientos puros, en contraposición a las emociones demasiado intensas o descontroladas, son como un riachuelo que deja un rastro de frescor y fragancia. Las emociones necesitan ser filtradas a través del conocimiento espiritual, de la misma forma que se separa el oro de la aleación que ha reducido su valor.

La cercanía con apego está basada en el egoísmo. La cercanía espiritual también mantiene una distancia respetuosa, pero no da sentimiento de distancia, ya que propicia unas relaciones livianas y llenas de armonía. Estoy disponible y abierto, pero no me enredo ni atrapo con los demás. Me mantengo calmado internamente y así la confusión y las emociones que generan intranquilidad simplemente se desvanecen.

Amor y desapego son dos virtudes que conforman un delicado y hermoso equilibrio. Comprendiendo estas dos virtudes y cómo se complementan la una a la otra, y sobre todo, practicándolas ambas a la vez, podremos experimentar fácilmente relaciones sanas y armoniosas.
 
Tomado de Vivir sanamente

jueves, 25 de octubre de 2012

¡SUELTA!


“Las hojas no caen, se sueltan…
Siempre me ha parecido espectacular la caída de una hoja.
Ahora, sin embargo, me doy cuenta que ninguna hoja “se cae” sino que llegado el escenario del otoño inicia la danza maravillosa del soltarse.
Cada hoja que se suelta es una invitación a nuestra predisposición al desprendimiento.
Las hojas no caen, se desprenden en un gesto supremo de generosidad y profundo de sabiduría: la hoja que no se aferra a la rama y se lanza al vacío del aire, sabe del latido profundo de una vida que está siempre en movimiento y en actitud de renovación.
La hoja que se suelta comprende y acepta que el espacio vacío dejado por ella es la matriz generosa que albergará el brote de una nueva hoja.
La coreografía de las hojas soltándose y abandonándose a la sinfonía del viento traza un indecible canto de libertad y supone una interpelación constante y contundente para todos y cada uno de los árboles humanos que somos nosotros.
Cada hoja al aire me está susurrando al oído del alma ¡suéltate!, ¡entrégate!, ¡abandónate! y ¡confía!
Cada hoja que se desata queda unida invisible y sutilmente a la brisa de su propia entrega y libertad. Con este gesto la hoja realiza su más impresionante movimiento de creatividad ya que con él está gestando el irrumpir de una próxima primavera.
Reconozco y confieso públicamente, ante este público de hojas moviéndose al compás del aire de la mañana, que soy un árbol al que le cuesta soltar muchas de sus hojas.
Tengo miedo ante la incertidumbre del nuevo brote.
Me siento tan cómodo y seguro con estas hojas predecibles, con estos hábitos perennes, con estas conductas fijadas, con estos pensamientos arraigados, con este entorno ya conocido… Quiero, en este tiempo, sumarme a esa sabiduría, generosidad y belleza de las hojas que “se dejan caer”.
Quiero lanzarme a este abismo otoñal que me sumerge en un auténtico espacio de fe, confianza, esplendidez y donación.
Sé que cuando soy yo quien se suelta, desde su propia consciencia y libertad, el desprenderse de la rama es mucho menos doloroso y más hermoso.
Sólo las hojas que se resisten, que niegan lo obvio, tendrán que ser arrancadas por un viento mucho más agresivo e impetuoso y caerán al suelo por el peso de su propio dolor”


Fuente: Internet ; tomado en La vida es fácil y divertida

jueves, 18 de octubre de 2012

NACER DEL AMOR


Ayer leía a Jodorowsky desmitificando el hecho de la concepción y me encantó. Actualmente veneramos las premisas de Darwin como dogma de fe, sin pararnos a pensar que hablamos de una teoría con casi 200 años y que es hija de una época y un lugar concretos, un lugar donde la lucha era necesaria para la supervivencia, afortunadamente la Naturaleza nos muestra una y otra vez que esto no es así.

Veamos, hemos crecido creyendo que varios millones de espermatozoides compiten entre ellos y se matan hasta que solo queda uno, un super-campeón que entra en el óvulo forzándolo. Todo esto recuerda a una batalla en la que, finalmente, la pobre mujer pasiva y desprotegida es violada por un fiero guerrero superdotado. Si esto fuera así, imaginad lo que quedaría grabado en nuestro ADN sobre nuestra concepción. Ahora se sabe que esta historia no es así, que en realidad somos fruto de la colaboración y el Amor. Quinientos millones de espermatozoides se lanzan a buscar el óvulo, sí, pero en perfecta colaboración. Algunos ni siquiera tendrían capacidad para fecundar (defectuosos los llama la ciencia), su misión es únicamente ayudar para que otros alcancen el óvulo. Finalmente llegan unos cuantos. ¿Hay un superdotado que consigue perforar el óvulo? No, es el óvulo el que abre paso a aquel que considera idoneo para la fecundación. ¿Y el resto de los que llegaron? Permanecen durante días haciendo girar al óvulo en el que se introdujo su compañero y con este movimiento giratorio se produce la energía necesaria para los procesos de división. ¿No es esta historia mucho más hermosa? Desde luego, yo prefiero ser fruto del Amor entre células que de un espermatozoide violador.

 Jodorowsky, Alejandro y Costa, Marianne. Metagenealogía. (pags. 195/199)

martes, 25 de septiembre de 2012

LAS 13 ABUELAS

Definitivamente el nuevo aire, fresco y limpio va colándose a través de las grietas del mundo viejo que se resquebraja. Hace unos meses hubiera sido impensable que el Consejo de las 13 Abuelas Indígenas apareciera en la televisión pública.

Escucha sus palabras y deja que toquen tu corazón.

lunes, 24 de septiembre de 2012

LA TIERRA CANTA

               Nada nuevo, ya Pitágoras nos habló de la "música de las esferas", la música que generaban los planetas al moverse. Pero hemos tenido que esperar siglos enteros para que la NASA nos muestre como canta nuestra madre Tierra, ahora ya nos lo podemos creer, no son cosas de un griego antiguo loco que fundó su propia secta ( así me lo presentaron en clase de Filosofía).

Las partículas de la Magnetosfera generan unas ondas de radio que no pueden ser oídas directamente por el oído humano, pero sí a través de los instrumentos adecuados. Este es el sonido de Gaia.

Más información aquí.